Muchas reflexiones durante casi medio milenio ha dado esta novela de Don Miguel de Cervantes Saavedra, pero lo fundamental son las enseñanzas que ofrece. A mi entender, ''El Quijote'' muy al contrario de ser un libro en clave de humor, es un compendio de calamidades de las que aprender, a menos claro está, que tengamos un humor que nos haga alegrarnos de los males del pobre Sancho.
Para empezar destaco una reflexión, el amor por Dulcinea que llega a la locura y la idealización de la dama, llega a ser ridículo pero el protagonista nunca se da cuenta. Eso pasa muchas veces en la vida real, que el afectado no se entera de su locura y su desatino y cree convencer a los demás con sus delirios.
Esa locura, dentro de una vida irreal, totalmente virtual, nos acerca a la España actual, dónde muchos han perdido el sentido del ridículo en alguna región de nuestra España y nos hablan de quimeras sin límites, incluso, si hay que inventar una historia nueva se inventa y se divulga. Siempre habrá algunos mal llamados ''historiadores'', que la confirmen.
Mientras, cientos de miles de acólitos claman por la ínsula prometida por ''Don Quijote de turno'' que cure todas sus penas y les de una 'libertad', un bienestar y riquezas, también dentro de esa virtual quimera, que sería, dentro del mundo real, mucho peor que de la ahora gozan.
Pasan cosas extrañísimas en casi todos los ámbitos de nuestra actual querida España, y a veces, parece que fuera de nosotros existe un mundo virtual que se va abriendo camino divulgado por algunos políticos y su acólitos (incluídos algunos medios de comunicación) y nadie lo para.
'Ya se parará solo' 'se caerá por su propio peso' piensan muchos, pero D. Quijote, aún chocando con los molinos, lo justificaba diciendo que eran gigantes puestos por un ser maligno que actuaba siempre en su contra, por lo que supongo pasarán décadas enteras hasta que las aguas vuelvan a su cauce y la semántica y los esperpentos dejen de avasallarnos, aunque soy pesimista, ya que recientemente un personaje ha cambiado su peinado (si lo que lucía se le puede llamar así), y se ha puesto una especie de moño grasiento en su coronilla y ya se ven por la calle, en jóvenes y no tan jóvenes a modo de imitación; lo que me recuerda que decía mi tía Rosa sobre las modas, ''Un día se va a llevar ponerse una moñiga en la cabeza y se pondrá de moda''.
¡Tita, si me lees dónde quiera que estés, ese día ha llegado!