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CONVENTO DE LAS ADORATRICES
La llegada de las Religiosas Adoratrices a Almería bien pudo deberse, como apunta Antonio Sevillano, a una conversación entre doña Josefa Jauregui, perteneciente al Patronato contra la Trata de Blancas, y el entonces obispo de Almería, 1908-1921, Vicente Casanova Marzol. Ambos trataban de poner solución al problema de las jóvenes que, por circunstancias de la vida, se tenían que dedicar a la prostitución.
El obispo Casanova Marzol habla con la Superiora General de las Adoratrices, madre Guadalupe, fruto de esa conversación llegan por el tren correo procedentes de Madrid las hermanas Pilar Vives y María de la Anunciación que, junto a dos colegialas de la Casa Trinidad estudian la viabilidad de una Residencia para jóvenes.
Se instalan en una casa colindante a la ermita de san Anton, de la que pasan, en mayo de 1910, a otra casa más grande en la calle de la Reina donde ya pueden recibir a las chicas en régimen de internado. Este traslado fue posible gracias a la ayuda prestada por el farmacéutico Juan José Vivas-Pérez.
Texto y foto: Juan Antonio Fernández Arias.
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