Un cliente va a la barbería:
- Aféiteme por favor. Tengo unos pelos enraizados en ambos mofletes y, en casa con mi maquinilla de afeitar, soy incapaz de apurarme bien, a ver si usted lo consigue.
- Tengo un truco infalible, se mete usted en la boca esta bolita de madera y la direcciona con la lengua al lado que yo le diga y así su piel se contrae más y se vuelve más tensa.
Una vez afeitado:
- Barbero, estupendo, ha conseguido un gran apurado con éste truco, pero ¿Y si me hubiese tragado la bolita?
- No importa, los clientes que se las tragan, suelen traerla a los pocos días.
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