Estaba el párroco en pleno selmón cuando, dirigiéndose a los feligreses, les increpó en voz alta: ¿Cuántos de vosotros saben perdonar a sus enemigos y.... quiénes de los aquí presentes, saben perdonar y poner la otra mejilla antes las ofensas recibidas, como hizo nuestros señor? Trás un prolongado silencio, el párroco siguió ahondando en el tema: ¿Qué levanten la mano de los presentes, quienes sepan perdonar?. El 80% levantó la mano; el párroco seguía reclamando más atención; poco a poco, los feligreses alzaban su mano, hasta que sólo quedó una viejecita, sentada en la primera fila, que no hacía ningún ademán por levantar su brazo.
El cura se dirigió a ella: -"Hermana, ¿Cómo es posible que no sepas perdonar a tú edad, o acaso no me oyes"... La anciana le respondió: - "Hijo mio, a mi edad, 101 años, todos esos hijos de mala madre ya se murieron, así que no tengo que perdonar a nadie"-
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