Hasta finales del siglo pasado hemos creído a pies juntillas que nuestro Sol era nuestra única estrella y su viaje espacial lo hacía en solitario, rodeado de sus nueve planetas con sus correspondientes satélites; pero, como parece estar demostrado que más de la mitad de los sistemas de estrellas de nuestra galaxia son binarios, la pregunta de los astrónomos era obvia: ¿Por qué no puede ser el Sol binario también y su estrella compañera esté en un extremo del nuestro sistema solar?
El gran misterio, y es el que sustenta esta hipótesis, es que suponiendo que nuestro Sol sea binario, desconocemos el objeto "compañero" de nuestro Sol, a ese objeto (que aún no se sabe dónde está) se le dió el nombre de Némesis. Este nombre corresponde a la mitología a la diosa griega de la venganza. Siguiendo con la hipótesis, la distancia máxima entre ambos soles se supone en unos 30 millones de años, pero cómo hay una órbita establecida, esa distancia llegaría a reducirse al mínimo de hasta 3 años, menos mal que será dentro de varios millones de años. ¡¡Catastrófico!! si resulta ser verdadera la hipótesis.
Némesis, puede ser un agujero negro o una enana marrón opaca, de ahí que sea tan difícil su localización por los telescopios.
Por otra parte, existe también en nuestro sistema la llamada Nube de Oort, que la forman "cometas muertos", es decir, cometas con órbitas estables que jamás podrían afectarnos.
De ser cierta la hipótesis, Némesis, entraría en la nube de Oort cuando se acerque al Sol, desestabilizándola y lanzando lluvias de grandes cometas en dirección al Sol; y la Tierra, como el resto de planetas del sistema solar, serían alcanzados.
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