Un hombre que trabajaba en una fábrica de enlatados le confesó a un amigo que estaba poseído por una terrible obsesión: Introducir su pene en la cortadora de pepinos. Espantado, el amigo le sugirió que consultara con un psicólogo. Después, de unos días, el sujeto iba cabizbajo, pálido y profundamente abatido, cuando le interceptó el amigo.
- ¿Qué pasó, con el psicólogo?
- ¿¡Ah!, Te acuerdas de mi obsesión por meter el pene en la cortadora de pepinos?
- ¡Oh, no! - ¡Dime que nunca lo hiciste!
- ¡Sí, si lo hice, lo hice !,....
- ¡Oh, por Dios!, Y. ....... ¿Qué pasó ?,...
- ¡Me despidieron! - Respondió.
- Pero .... y, .. ... eh .... . Que pasó con la cortadora de pepinos ¿te hizo daño ?,..
- ¡No, no .... También a ella la despidieron . . . . .
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