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La calle Valero Rivera es uno de esos hermosos rincones que pasan desapercibidos en la ciudad, un lugar céntrico, entre la Rambla y el Paseo, que siempre ha gozado del anonimato de cualquier callejón perdido de barrio. Su sino ha sido vivir a la sombra de la calle Javier Sanz, aceptando con resignación ese papel secundario de por vida. Su historia empezó en los últimos años del siglo XIX con las obras de encauzamiento de la Rambla que permitieron la urbanización de ese sector de la ciudad. Del cauce primitivo surgió la calle de Espronceda, bautizada unos años después con el nombre de Javier Sanz, en honor a uno de los ingenieros que dirigieron las obras.
Una de las travesías que abrieron entre Javier Sanz y el Malecón de la Rambla fue la calle Valero Rivera, que llevó también el nombre de otro ingeniero que participó en el encauzamiento.
Joaquín Contreras
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