Esta frase es de uso actual y su origen es popular y oral, lo que ocurre es que debido a su fama, se encuentra escrita en multitud de publicaciones.
Se habla de un origen antiquísimo de un debate entre el pintor griego, Apeles (Siglo IV a.C) y un zapatero, debido a una sandalia que no fue pintada del gusto del zapatero, tanto se debatió entre los dos, que al final Apeles, cambió la sandalia. Posteriormente, el zapatero quiso discutir otros aspectos del cuadro pero Apeles le dijo que se ocupara solamente de sus zapatos.
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