La barrica, tiene siglos de antigüedad y de ahí los dichos populares, como por ejemplo: "A ojo de buen cubero", para referirse a la exactitud en la fabricación que, habilmente lograba el artesano medieval, e incluso de tiempos anteriores al medievo.
La elaboración de las barricas, cubas, baldes y pozales de madera era una industria muy extendida y fundamental en la antiguedad. De hecho, la tonelada viene de "la tona" que era la cuba grande de madera y se sabía la carga de un buque por el número de tonas-cubas-toneladas que transportaba o podía transportar. Ese dato, el nombre de tonelada ha llegado así a nuestros días, dónde la tonelada se ha convertido aun peso equivalente a 1.000 Kilos.
Aunque la modernidad se impone hoy en día en los procesos de fermentación, se usan también contenedores metálicos cilíndricos de acero inoxidable, a modo de barricas. La razón es sencilla y es que en los procesos de vinificación y fermentación, hay que vigilar estrechamente la humedad, presión, temperatura y seguimiento, además de limpieza e higiene.
Las barricas metálicas permiten el control a diario y de forma automática e informática, de todos los datos anteriormente citados.
No obstante, lo que al vino le da su toque definitivo es la barrica de madera para la crianza y existen dos gigantes mundiales productores de madera para barricas Francia y EE.UU, suministrando la madera de roble de diferentes tipos.
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