Apareció en el escenario un hombre bajito, treintañero él, envuelto en una capa roja acompañado de una azafata alta que portaba una bandeja con seis nueces. La azafata pasó al público las nueces para que comprobaran su extrema dureza.
A redoble de tambor, la azafata, una vez devueltas las nueces en la bandeja, pone la misma en una mesa bajita al lado del Gran Pablo. Al instante, un haz de luz proveniente de un proyector deslumbrante en la oscuridad de la sala, se posa sobre el "Gran Pablo" y, de repente, se saca de sus apretados calzoncillos, su miembro viril impactándolo con las nueces en seis movimientos contundentes, partiendo todas la nueces ante la ovación del público, maravillado de su gran destreza.
Pasaron 25 años y la misma pareja, decide rememorar el mismo crucero en celebración de sus "bodas de plata". Curiosamente, ven en el programa de actuaciones nocturnas, una representación titulada: "la Gran habilidad del Gran Pablo, el casca-cocos". Pasan a ver la actuación pensando en el cascanueces de hacía 25 años, seguros de que ya aquella representación habría pasado a mejor vida. Cual fue su sorpresa que ven aparecer en el escenario al mismo Pablo y su azafata, evidentemente más mayores de edad, por supuesto portando ella en la bandeja dos enormes cocos. El Gran Pablo a redoble de tambor sacó su miembro e hizo añicos los cocos. Asombrados por la destreza a pesar del tiempo transcurrido, deciden pasar a los camerinos y hablar con el Gran Pablo después de la actuación, al que preguntan:
- ¿Era usted la misma persona que hace 25 años partía seis nueces de la misma manera que ha hecho hoy con los dos cocos?
A lo que el artista respondió.
- Efectivamente, lo que pasa es que con la edad he ido perdiendo vista y tuve que sustituir las nueces por los cocos ya que estos se ven mejor y las nueces se me escapaban por no distinguilas bien.
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