Esta frase hecha, 'Bienes mal adquiridos, a nadie han enriquecido' es de cierta antigüedad pues se sitúa en la Edad Media en Castilla aunque es de origen anónimo.
En la actualidad, es poco usada y para la gran mayoría de la población es desconocida.
En su momento se refería a los bienes logrados de forma fraudulenta y con malas artes.
Más tarde se refería también a aquellos que disfrutaban de bienes en usufructo, que no eran suyos, y no podían dejarlos en herencia. Después, su significado se aplicó además a aquellos que aunque ganasen en riqueza, su pobreza moral aumentaba con esas acciones fraudulentas.
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