(Las famosas canicas de mediados del siglo pasado, pincha una vez en la imagen, y las verás como Dios manda)
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Hacíamos un agujero en la tierra en él que había que introducir tu canica, tras haber separado al contrario del hoyo, mediante un bolazo.
Esa canica del contrario pasaba a ser tuya, si conseguías meter tú bola en el hoyo en la siguiente jugada.
Ya en tu casa, en una caja de chapa, de las de las galletas se guardaban como trofeos de guerra.
Las más bonitas te las quedabas para no estropearlas por su uso. Era un juego de auténtica estrategia y se necesitaba gran destreza. Mejor que jugar como ahora a los marcianitos, en mi opinión, claro está, y respetando a los que no penséis lo mismo.
Una mención, existen en la actualidad, pero los niños crean otras formas de jugar.
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