Famosísimas en los sesenta del siglo pasado, las pastillas Valda eran un chute de mentol concentrado que te dejaban sin tos y sin ganas de comer en dos días, pues el sentido del gusto y la garganta quedaban invadidos.
Además el chute llegaba inesperado, pues la pastilla estaba recubierta de gominola y no te dabas cuenta hasta que llegabas al núcleo. Antisépticas, calmantes y balsámicas, así se anunciaban.
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