Atrás queda su singularidad, su personalidad de: "no casarse con nadie", "de llamar al pan pan y al vino, vino", frases tan propias como: "hay que ganar y ganar y volver a ganar y ganar" o aquella de que "no le cabía el pelo de una gamba", como aviso a navegantes de que tenía clarísimo dónde estaba y lo que tenía que hacer, o al afamado Romario, cuando le dijo aquello de: "míreme a los ojitos" para hacerle ver que le hablaba cara a cara.
Su enorme contribución a los éxitos de la Selección española de fútbol, partiendo de cero, eliminando todos los "egos" mediaticos y nocivos para el grupo de jugadores consagrados, apostando por un grupo humano en sintonía con sus principos ganadores. Su legado es inmenso.
E'Too, el futbolsta camerunés le llama su padre y todos pudimos ver como Luis le cogió por la pechera, con signos evidentes de autoridad, para hacerle ver, seguramente, que en el equipo era uno más y el entrenador era el que mandaba.
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