La humanidad estuvo miles de años sin poder volar y esa aspiración se ha visto cumplida tras varios intentos de diseños fracasados y otros exitosos en el último siglo de nuestra existencia.
Tras casi cien años de pruebas ahora tenemos cazas muy rápidos que vuelan hasta casi 4 veces la velocidad del sonido.
Pero si nos fijamos es la mosca de la fotografía que la tenemos con nosotros miles de años, nos daremos cuenta que este diseño era el definitivo.
Las alas, arriba y en su sitio. Las patas delanteras, encogidas durante el vuelo y extendidas a la hora de aterrizar. Las patas traseras a modo de timón para corregir el vuelo y, por último, todo el entramado de control de vuelo en la cabeza, los ojos la boca, el olfato, las antenas.
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