En la Edad Media los enterramientos eran con la caja destapada y se reutilizaba el ataúd, transcurrido un tiempo. Se comprobó que algunos difuntos habían sido enterrados vivos ya que aparecían signos de arañazos en la tierra.
En evitación de tan desagradables incidentes, comenzaron a enterrar con una cuerda atada en su extremo a una campanilla que, a través de un agujero, llegaba al muerto. Si éste estaba vivo, la hacía sonar y se le desenterraba.
Entonces se le aplicaba el dicho: "Salvado por la campana".
No hay comentarios:
Publicar un comentario