VINOS ESPAÑOLES - I -

Ánforas fenicias y romanas que podrían haber contenido vino de hace miles de años, expuestas en el Museo Arqueológico de ALMERÍA - Foto propiedad de: JOQUÍN CONTRERAS SÁNCHEZ.

Antes de nada saber si el vino es saludable o no para el ser humano. Y lo único cierto es que se recomienda, por los médicos, tomarlo con las comidas, en pequeñas dósis para una buena digestión y un sin fin de "mejoras" culinarias y, por otra parte, es seguro que el vino, tomado en grandes dosis, las consecuencias que produce, son nefastas para la salud.

Lo cierto es que al vino se le conoce desde hace miles de años y nuestra civilización, estudiando su origen,  se remonta a los Fenicios, por aquello de que eran grandes comerciantes y se supone que fueron los que trajeron las vides a la Península Ibérica. Pero ¿Quien enseñó a los fenicios a cultivar y fabricar el vino?... Ah!, ni idea. Cierto o no y, olvidándonos de sus inventores, la antigüedad del vino está archi-demostrada, aunque sin rigor. Pero tal vez fueran los Dioses ¿Por qué no?

Las primeras vides españolas fueron plantadas en Andalucía occidental en Gadir (Cádiz) pues... ¡vaya usted a saber!, el caso es que hay muchas vides por todas partes y ese origen tampoco es riguroso, pero vayamos a lo riguroso históricamente, que a mi entender son tres aspectos:

1. Los romanos lo adoraban, lo hacían propio y consiguieron "investigar" ya que con sus ánforas y a determinadas temperaturas o bien en cuevas, o en azoteas, la maduración del mosto conseguía cautivar a los paladares más exigentes. Los romanos con su red comercial más amplia de la antigüedad, dieron al vino popularidad y nobleza, y eso está ahí.
2. Los árabes, no fueron partidarios del vino, por la prohibición del alcohol en el Corán y decayó durante siglos el cuidado de las vides.
3. Los monjes españoles, artistas consumados, le dieron al vino un estatus clerical y placentero para la repostería, investigando y enseñando, metiéndolos en fuelles de cuero o en barricas de madera.

Seguiré comentando sobre el particular, que por su extensión y para no cansaros, es mejor ir desvelándolo en "pequeños sorbos" como debe tomarse el vino, precisamente.