Esta es una de esas frases castellanas muy difíciles de entender por los extranjeros que quieren aprender nuestro idioma con nuestros matices, a menos que se les explique el origen y la evolución del idioma.
Todo viene desde la primera década del siglo XVII cuando en la Catedral de Tudela (Navarra) se colgó un enorme lienzo con los nombre de los judíos conversos al cristianismo, que decidieron quedarse en España tras la expulsión casi dos siglos antes. Este documento servía a los católicos auténticos para denunciar a aquellos ciudadanos que hubiesen tenido antecedentes judíos para que no obtuvieran beneficios de la Administración en detrimento de los ''católicos puros''.
Tan injusto como la vida misma, no se valoraba la capacidad y la habilidad de la persona, se valoraba el origen.
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