Esta "frase hecha" la hemos escuchado de nuestros mayores, de nuestros mejores amigos y la solemos decir a nuestros descendientes porque creemos firmemente que hay cosas, íntimas, espirituales como el amor, que no tienen precio y no se pueden comprar con dinero. Estamos seguros que damos un magnífico consejo ya que las pequeñas cosas de la vida suelen ser gratis.
El origen no es demasiado antiguo ya que el uso tiene empleo desde que existe el dinero.
Como anécdota, esta "frase hecha" da mucho juego, en sentido humorístico con frases como Woody Allen: "El dinero no da la felicidad, pero te da una sensación que se parece mucho, hasta el punto de que habría que llamar a un experto para que decidiera, no yo" o Groucho Marx: "La felicidad está en las pequeñas cosas: "un pequeño yate", "una pequeña casa" etc.
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