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El Acueducto de Segovia fue construído con piedras de granito por los romanos, entre el Siglo I y II de nuestra era, entre el período de mandato de los emperadores Nerva y Vespasiano.
El acueducto condujo, hasta hace una treintena de años, las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad y recorre 15 kilómetros antes de llegar a Segovia, ese puede ser el motivo de su alto grado de conservación hasta nuestros días.
Es la obra de ingeniería civil romana más importante de España. Parte de los arcos fueron reconstruídos en el siglo XV para arreglar la parte destruida por los musulmanes en el año 1072.
Más tarde, en el siglo XVI, fue cuando se pusieron en los nichos centrales las estatuas de la Fuencisla y San Esteban patrones de Segovia.
En los últimos años ha sufrido un alarmante deterioro debido principalmente a la contaminación medioambiental, a los propios procesos de erosión del granito y las vibraciones originadas por el tráfico. Esto ha hecho que se haya desviado el tráfico rodado de las inmediaciones del monumento (la plaza del Azoguejo se ha transformado en zona peatonal).
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